Totalitarismo: Significado e historia

En este artículo nos aproximamos al totalitarismo, un sistema político en el que un partido único de masas, dirigido por un líder, generalmente, carismático, aspira al control y a la dirección total de un Estado. El poder se sustenta en una evidente y fuerte manipulación ideológica. La desobediencia es perseguida y reprimida de forma contundente por un sistema policial muy desarrollado. El concepto de totalitarismo apareció en la historia con Mussolini cuando reafirmó que el eje del sistema político estaría en el Estado y no en el individuo.

Pero no sólo hay un totalitarismo fascista y nazi, sino, también existe otro propio de los sistemas comunistas, cuando Lenin desarrolló el concepto de dictadura del proletariado y el estalinismo triunfó en la URSS. Aunque puedan parecer antagónicos, y es verdad que tienen bases ideológicas bien diferentes, los dos totalitarismos surgieron como reacción contra la democracia que parecía incapaz de superar la crisis económica, social y política del período de entreguerras. Ambos coincidían en sus métodos, con un partido único, líder carismático, aspiración al control total del Estado y de la vida, y por el empleo de fortísimas represiones.

En los sistemas totalitarios la clave está en los partidos únicos, en su monopolio de la ideología y de la legalidad. No se permite ninguna otra organización de ningún otro tipo, aunque pueden darse excepciones, especialmente en los totalitarismos fascistas con las Iglesias y sus instituciones y organizaciones. El partido está dedicado a ser el brazo ejecutor de los deseos de la cúpula gubernamental, del líder. Hay una disciplina férrea, y todo se controla a través de un sistema de comisariado político en el interior del partido. Estos comisarios políticos forman parte de una estructura paralela que vela por el cumplimiento de las consignas superiores y por la obediencia de los miembros y funcionarios del partido.

No debemos confundir el totalitarismo con el autoritarismo. Los regímenes autoritarios no aspiran a controlar la totalidad de los aspectos de la vida nacional y a movilizar, constantemente, a los seguidores. Los totalitarismos están presentes en todos los ámbitos de la vida: en la economía, en la educación, en el ocio, en la cultura, en los medios de comunicación. Las dictaduras autoritarias ejercen con fuerza su poder pero no aspiran a tanto, mientras que los totalitarismos tienen vocación de permanencia en el tiempo y lo politizan todo. Las dictaduras autoritarias, en cambio, tienden a la desmovilización política de los gobernados.

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